James Van Praagh es un “médium de pruebas de supervivencia”, lo que significa que es capaz de crear un puente entre dos planos de existencia: el plano de los seres vivientes y el plano de los muertos. Lo hace al ofrecer la prueba testimonial de la vida después de la muerte a través de mensajes detallados.

«Siento las emociones y la personalidad de la persona fallecida. Yo también soy clarividente», añade, lo que significa que muchas veces verá realmente el espíritu como una forma sólida y puede describir sus rasgos físicos.

Un psíquico siente energía alrededor de personas vivas o de objetos. Un médium no sólo siente esa energía, sino que también es capaz de interactuar entre las vibraciones más lentas del mundo físico y la vibración mucho más rápida de los mundos espirituales. Aunque Van Praagh se apresura a señalar que su regalo no le proporciona una visión del futuro, sí puede proporcionar detallada evidencia de que un ser querido ha sobrevivido a la muerte.

Sobrevivir a la muerte puede parecer el oxímoron supremo, pero tiene la firme convicción de que todos somos seres espirituales, y que hay más sobre nuestras vidas que el tiempo que estamos vivos.

En última instancia, Van Praagh se siente muy afortunado de ser un conducto del consuelo, la sanación, y lo más importante, el amor. “Como un médium, nunca he experimentado nada más que amor, compasión y sanación en mi trabajo”, confiesa. “Es el lazo de amor entre las personas que me permite hacer la conexión entre los vivos y los muertos.”

James Van Praagh posee un don extraordinario:es capaz de comunicarse con los espíritus de hombres, mujeres, niños y hasta animales que han muerto. Su singular habilidad le permite servir de punte entre el mundo físico y el espiritual.

Las experiencias que describen en Hablando con el Cielo, nos conmueven y regocijan: desde la madre que encuentra una razón para seguir viviendo cuando oye las palabras dulces y llenas de coraje de su pequeña hija que murió de sida, hasta el hijo que ruega a su madre que lo perdona por haberse suicidado; o el reencuentro de un hombre con su esposa muerta en ocasión de sus bodas de oro.

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